Cómo el sueño contribuye a la inmunidad
El sistema inmunitario defiende al cuerpo contra la enfermedad con dos capas principales: inmunidad innata, que actúa de inmediato, e inmunidad adaptativa, que se dirige a amenazas específicas con el tiempo. Los glóbulos blancos son cruciales para identificar y atacar a los invasores, utilizando proteínas llamadas citoquinas para alertar a otras células inmunitarias. La investigación muestra un fuerte vínculo entre el sueño y la salud inmunitaria. Durante el sueño, el sistema inmunitario estimula la producción de citoquinas, guiado tanto por el sueño como por el ritmo circadiano. Esta respuesta ayuda a la recuperación cuando está enfermo o lesionado y fortalece la inmunidad adaptativa incluso cuando una persona no está enferma. También mejora la memoria inmunitaria, ayudando al cuerpo a reconocer y responder a las amenazas de manera más efectiva.
La falta de sueño puede debilitar el sistema inmunitario, dejando al cuerpo más vulnerable a las enfermedades. Tanto la privación del sueño a corto plazo como la crónica reducen las defensas del cuerpo, aumentando el riesgo de infecciones y enfermedades crónicas como la diabetes y enfermedades cardíacas. Se cree que esta mayor vulnerabilidad es el resultado de la privación del sueño que interrumpe el funcionamiento normal del sistema inmunitario.
Esta es una de las muchas razones por las que dormir lo suficiente, idealmente de 7 a 9 horas por noche, es tan importante. Dormir bien no solo aumenta la energía y la concentración, sino que desempeña un papel vital en el fortalecimiento de las defensas del cuerpo. Al priorizar el descanso nocturno completo, equipa a su cuerpo con los recursos que necesita para mantenerse resiliente y saludable.